En 1922, debido a la situación crítica de la entidad, esta adeudaba varios meses de alquiler a Caulfield; ascendía a unas mil pesetas y la posibilidad de seguir utilizando estas instalaciones era cada vez más complicada. La grada en la calurosa zona sureña de la ciudad mediterránea estaba compuesta por muchos representantes de la comunidad francesa judía en Israel y, como era de esperar por miles de seguidores de Neymar y sobre todo de Messi.