A excepción de 1916 y 1919, cuando la selección suramericana vistió con camisetas amarillas a franjas verdes y negras, respectivamente, Brasil siempre lució el blanco, hasta un fatídico día. Aquí ha cantado, ha bailado, ha comido, se ha dormido un rato y hasta se ha roto la tibia y el peroné en directo. Por algún motivo, detrás de ella, en una pantalla gigante, aparece ahora una joven recostada como la maja desnuda en un bocata gigante de jamón con tomate.